Fue a finales del año pasado cuando vi en alguna revista el anuncio de esta prueba de la que no había oído jamás. Presumía en su publicidad de ser la prueba de un día más dura de España y sus datos eran muy similares a otra mítica, como lo es la Pedals de Foc Non Stop. Sin embargo conociendo un poco la orografía de la provincia de Castellón, la segunda más montañosa de España, cabía pensar que así lo sería, ya que la forma de ganar metros de desnivel en el Pirineo suele ser más constante y no tan rompe piernas.
Tras volver de Nepal, y coincidiendo con la charla de
Entrena Ilusiones en diciembre, me decanté por probar a seguir unos entrenos medianamente serios que me obligasen en parte a montar más en bici. Salir solo es "jodido" y en mi caso es en el 90% de las veces. La pereza, el Cierzo, que si va a llover, que para un rato... uno solo siempre tiene excusas y un reto me iba a cambiar ese chip. Y más bien fueron tres:
Gigante de Piedra,
Pax -Avant con la flaca y la
Pedals de Foc. De estos tres, uno por decisión y otro por suspensión de prueba, me iba a quedar con uno.
Tras cinco meses de cumplir más o menos el entreno, conseguí sumar unos 3000 kilómetros, entre carretera, rígida y la doble, más unas cuantas decenas de series infumables de rodillo. No es una gran suma de kilómetros pero si que hay muchos metros de desnivel acumulado, ya que la cabra siempre tira para el monte y el llano no lo frecuento.
Todos estos entrenos, en su mayor parte han sido siempre en solitario, y ello fue minando mi motivación hasta que dos circunstancias hicieron que casi olvidase el reto de la Gigante y tirase la toalla. El primero fue el enorme pajarón que pillé en una ruta de carretera cuando me faltaban setenta kilómetros para llegar a casa. Había cogido muchas pájaras pero esa fue inolvidable y me hizo recapacitar qué sería de mi en una prueba de 6500 metros de desnivel y 200 kilómetros, pero en montaña. Tardé varios días en recuperarme y cuando volví a los entrenos con la rígida, descubrí que mi cuadro estaba roto.
A menos de diez días y me quedo sin bici, con la moral tocada y más tras ese último entreno de fondo con la pájara. Algunos amigos y otros que apenas me conocen me ofrecen su bici, pienso en correr con la Santa Cruz Tallboy (en muchos tramos la habría gozado..) y aprovecho para dar las gracias a mi amigo Ángel Serrano, un ex campeón de Aragón de clase, que me ofreció su bici sabiendo que era de mi misma talla y de la mala vida que iba a llevar. Al final no hizo falta, el importador de la marca, Macario, confirma que la fisura viene motivada por un golpe que ha aflorado al tiempo. Me ofertan otro cuadro y me aferro a esta opción, aún con más ganas de correr la prueba que de aplicar el sentido común. Bicis Luís Pascual me monta el cuadro la tarde anterior y hago el sábado precedente a la prueba mi propio test para confirmarme o autoexcluirme.
Me doy una vuelta por Algairén, buscando todo lo malo durante ocho horas, hasta llegar a la hora de comer. Bajo al pueblo con 120 kms y 3100 metros de desnivel. En otros tiempos sería un vueltón, pero ahora se quedan en nada comparado con lo que se avecina la semana siguiente. Aún así, me autoconfirmo y sé que voy para allá; serán el doble de metros de desnivel y muchos más kilómetros. Pero algo ya me he dado cuenta, comer y beber sin pasar del 75-80% del pulso serán claves. La dureza psicológica la había entrenado suficiente pedaleando en solitario.
El viernes 5 de junio durante el viaje entramos en la provincia de Castellón desde Mora de Rubielos. Al pasar Cortes se confirman mis miedos y me "acojono" con la zona. Esto es "territorio comanche" y moverse por aquí cuesta hasta en coche.
En Alcora, localidad de salida, aparco la bicicleta y voy viendo los pepinos de bici y lo animada que está la población volcada en el evento. Volvemos al hotel y a seguir cargando bien de pasta y mentalizarme de lo duro del día que espera.
La salida es a las seis en punto de la mañana. El material obligatorio que figuraba en la web de la organización no es requerido y opto por no montar iluminación ya que amanece en unos minutos y no lo veo necesario.
El comienzo de la prueba me recuerda a una carrera de Rally más que a una de larga distancia. Enseguida me paso del pulso previsto y aflojo, lo que me obliga a comerme el tapón en las sendas de los primeros kilómetros. Sin darme cuenta acabo en un grupo bastante torpe en senderos a los que no puedo pasar, bien por no arriesgar bajando o bien porque me supone exigirme más de lo necesario para lo que queda de día. Así que opto por la paciencia y en nada acabo en una pista dentro de un bello barranco en el que plato pequeño entra en acción hasta remontar a otro sendero en el que ya si conduzco más solitario.
En el avituallamiento del km. 38 ya había sumado más de 1600 metros y volvíamos de nuevo a andar para salir por otro sendero en la localidad de Castillo de Villamalefa.
Este sendero acabó en una larga ascensión rumbo a Xodos. Una pista de buen firme y subida constante que acompañada de espectaculares paisajes, la disfruté como bien pude, sin picarme con los tira y afloja de los que venían o se quedaban.
La localidad de Xodos se halla emplazada en una ubicación imponente, que por supuesto, la organización aprovechó para brindar una subida hasta su punto más alto por una pista endemoniadamente empinada. Entrábamos en pleno Parque Natural de Penyagolosa. Emblemático monte que se alza por encima de los 1800 metros y que da nombre a la prueba.
En Xodos ya he superado ampliamente los 2000 metros de desnivel y me recuerdo a mí mismo que ya llevo un maratón de Algairén y aún me quedan casi 140 kilómetros...
Un nuevo tramo de sendero en subida totalmente ciclable nos deposita en Vistabella y con ello ya avecino que pronto comienza una de las ascensiones más largas y que bien tengo marcada en el perfil pegado a mi cuadro. No es especialmente dura pero si muy incómoda. La rueda no pisa nada que no sea piedra y se traccionaría mejor con una doble. De nuevo pulso y comer, a razón de barrita energética a la hora. Así hasta llegar a Puertomingalvo ya en la provincia de Teruel. El acceso a la localidad al estilo de Xodos, pero está vez por un camino empedrado que todo el mundo que llevo delante lo sube a pie. Yo meto el pequeño y haciendo medias zetas lo supero montado sin tocar mucho el pulso.
Llevo 6 horas 50 minutos de pedaleo y de momento todo funciona bien. Hablo con Pilar, quien me viene siguiendo en todos los avituallamientos que puede, y con mi amigo Chus, que a pesar de no correr este año sí ha venido a ver a los amigos de su club. Le comento que hasta el momento voy guardando todo lo que puedo y me dice que sobre las ocho puedo estar en meta... Oír esto y saber que es cierto te hace pensar en la gran majarada que me he metido. Es la una del mediodía cuando marcho hacia Cortes.
De Puertomingalvo la pista pierde desnivel bruscamente, hasta el cauce del río Linares. Metido ahí abajo veo que el altímetro ha perdido quinientos metros, en nada busco en la mirada la luz de un collado. Sé que está ahí arriba y que de momento solamente puedo pedalear y tomarme como referencias el reloj que no me miente y pasa más rápido que los kilómetros. Tengo la palabra "jodida" escrita en el perfil del cuadro y sé que superada ésta ya no sumaré muchos más metros. Pista no tan rota como me esperaba y voy de menos a más adelantando y dejando a una pareja por equipos, que se vayan, porque jugar con ellos a la goma no me aporta nada.
Es casi el km.120 cuando me equivoco en un cruce que antes había sido crucial para la cabeza de carrera y en el desenlace final de la victoria. Un desvío que había que tomar a la derecha para adentrarse en un sendero técnico y de los que me gustan mucho, sino fuese porque voy con la rígida y todos esos golpes y ruidos me aparecen en la mente en forma de otro cuadro fisurado. Sendero empedrado con zetas bien reviradas con la estampa del pueblo de Cortes abajo. Ideal para disfrutarlo en una salida endurera pero hoy es otro rollo. Cuido la mecánica y el no acabar tontamente en el suelo y así alcanzo el casco urbano de Cortes de nuevo por otra subida de todo metido. Aquí hago valoración de las cerca de nueve horas que llevo pedaleando. Según el track debería llevar 4600 metros de acumulado pero no llego a los 3700. Algo falla para pensar en que llevo 3/4 partes de la prueba como me habían comentado. Decido por ello seguir guardando y pensar que comienza el "turno de tarde". Buena decisión cuando salgo del pueblo por un pateo que me obliga a echarme la bici al hombro al modo "ainsetano", solo que ahora voy en rígida con unas zapatillas de suela de carbono no propicias para este terreno. Senderos de subida y bajada por una zona de carrasca que me hacen dudar en algún cruce y me libro gracias al GPS. Así me encuentro en medio de la nada, a la corredora italiana Cati Violeta.
Ella no había parado en Puertomingalvo y ahora iba sufriendo en los senderos, así que la paso y le confirmo que va por el "buen camino".
La zona más pestosa de Cortes finaliza en lo más parecido a un llano que conocen en la alta provincia de Castellón. Meto el plato grande y lo muevo con ligereza hasta el último avituallamiento en el que vería a Pilar. Decido beber bien porque el calor aprieta mucho y aquí siempre toca subir, aunque esté en la parte de la prueba que más pica para abajo.
La prueba se encajona cada vez más en una orografía que ya había visto la tarde anterior desde el coche. Bajadas hasta fondos de barrancos con subidas duras y ningún tramo de descanso en las pistas. Todas las curvas se encuentran con mucho garbancillo y cualquier despiste te haría ir al suelo. Paradójicamene es en los tramos de sendero, en donde más descanso y disfruto, y así hasta llegar a Ludiente. El "coco" de la prueba ha llegado y voy bien mentalizado.
Primeros tramos al amanecer
Llevo 11 horas y 13 minutos y estoy abajo del todo rodeado de montarrones. En este avituallamiento me pongo bien y hasta me como un bocata de sobrasada a medias con un colega llamado "Paco", con el que llevo un mano a mano de pasarme él subiendo y yo bajando. Salimos de Ludiente sobre las cinco y media de la tarde por una pista cementada de porcentaje disparado. "Paco" se queda esta vez, y más por los desarrollos de su bici, que por sus fuerzas. Una subida enorme con sendero de pateo, que podría haber luchado, pero que es absurdo hacerlo en el Km. 160. Corono yo solo y llego a una subida que ni tenía prefijada y que no es otra que una pista que subo andando durante un kilómetro escaso. En los últimos metros un espectador me empuja y aprovecho para preguntarle si alguien lo ha subido montado. Me contesta que: "ni Miltón", y yo me consuelo...pasado este punto un avituallamiento sorpresa que no aparecía y que me dio alas. Un voluntario me dice que ya está, que ahora ya no queda nada, que son poco más de 25 kilómetros. Le digo que no le creo y que aquí los kilómetros valen poco y que hace rato que las distancias solamente las miro en horas. Así salimos mi "amigo Paco" y yo, a buen ritmo, y me va comentado lo que queda en un tramo que ya habíamos pasado por la mañana, por lo que uno de los senderos lo haremos de bajada. En la parte más técnica, Paco se queda y yo como un yonqui de la btt aprieto y conduzco la pobre Stevens sin pensar en las consecuencias de ir tan rápido. Voy un poco flipado de seguir teniendo fuerzas y siento el frescor de la tarde con el sol ya en descenso.
La última subida de mi perfil la asumo sin miramientos pero cuando bajo hasta el fondo del barranco, junto a Figueroles, me imagino que algo quedará. Llevo rato poniéndome en la mente del organizador y sé que no regala nada. Cruzo el río y subo al pueblo, mitad andando mitad en bici, por un sendero recién desbrozado.
Paso de largo el último avituallamiento y meto el plato grande hasta una zona técnica dentro del cauce seco de un río. Tramo pedrolero en el km. 195, pero que hago montado. Esto se acaba y saboreo los dos últimos kilómetros sabiendo que la paciencia ha tenido recompensa. Son cerca de las ocho de la tarde, mi cuentakilómetros marca 202 kilómetros y el barométrico 5900 metros de desnivel; han sido 13 horas y dos minutos en movimiento, pedaleando, conduciendo por pistas y senderos, o simplemente a pie. Parado o descansando 49 minutos en avituallamientos con voluntarios que se merecen el 10.
He finalizado la Non-Stop más dura de España como dicen los organizadores. Acabo entero y contento por haber ido de menos a más. Me dicen que he entrado el 56 de la general y 28 Élite. A la barbaridad de 3 horas y 10 minutos del primero, Miltón Ramos, beneficiado del error de Tinker Juarez, al seguir a la moto en un tramo en el que no debía hacerlo. Pienso en lo máquina del americano a sus 55 años que habría ganado de calle. Y cómo tres kilómetros y poco en una media marcan tanta diferencia.
Los últimos llegarían ya bien entrada la noche, con 17 horas y 45 minutos desde la salida (23:45 h). Para ellos un aplauso de recompensa más que a muchos, en los que el entreno, y la genética nos hayan venido más de cara.
Durísima prueba en las cifras y en el recorrido. Esta provincia no da para treguas y el futuro dirá si se consolida como un reto y aumenta año tras año su participación. Hemos sido 255 participantes los que hemos finalizado el reto de los más de 400 inscritos. Averías, caídas, calambres, agotamiento...todo puede pasar en más de doce horas de pedaleo. Una salvajada que no puede ser menos si quiere seguir presumiendo de su dureza. Suavizarla no tendría sentido.