domingo, 19 de abril de 2015

LA OSQUETA NUNCA DEFRAUDA

La Osqueta es una ruta piramidal en la que se sube por una buena pista tendida y se baja cerca de 800 metros de desnivel por un sendero típico del Prepirineo. 
Pedrolos por doquier, bojs en las orillas y paredes calizas que hacen que el sendero sea retorcido a la vez que divertido.







Hacer trescientos kilómetros de coche, entre ida y vuelta, para una ruta de 18 kilómetros puede ser un disparate para la mayor parte de los aficionados a la BTT, pero he de decir que no lo es si conoces y pruebas este pequeño rincón del prepirineo oscense, lindante al zaragozano. Basta con rodear el río Gállego y ver los imponentes Mallos de Riglos para disfrutar sin ni siquiera haber sacado la bici del coche.




La Osqueta es una gran W en medio de un farallón rocoso que constituye el único acceso a la vertiente de Villalangua (no confundir con la bilbilitana localidad de Villalengua) desde el alto de la sierra. Decenas de fotografías osquetanas inundan la red, porque ciclar en la aproximación a esa W es un placer para los sentidos.




Hoy acompaño a varios de los socios más jóvenes del club. Chavales que tienen pocos más años que los que llevo yo montando en bici de montaña. Ellos no han conocido ni los cantilever, ni las horquillas de elastómeros de 35 mm de recorrido ni a aquellos que decían que los frenos de disco y las bicis de doble suspensión no tenían futuro. Han crecido ya en las dobles de enduro y en los recuperados senderos de Algairén.



No les falta ilusión y por eso da gusto ir de ruta con ellos y ver sus caras de felicidad cuando recorremos rincones tan bonitos como los que atraviesa este sendero.




Metidos dentro del farallón rocoso alcanzamos la Osqueta y toda la visual del descenso hasta Villalangua. Las primera zetas son las más técnicas.


Pasadas las mismas guardamos paciencia con una vaca que nos marca su prioridad sobre el sendero


Antes de la Foz de Salinas, se alternan tramos rápidos con zetas bien reviradas que requieren mantener  la atención.




Las finas paredes se alzan verticalmente sobre el afluente al río Asabón, formando una bonita estampa con su cascada.


Los ochocientos metros de desnivel pasan rápido como todo lo bueno


Una bajada que sin dudarlo merecería repetirse en el mismo día a cambio de dar dos vueltas a este espectacular circuito.




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